Batallar arenas.
Batallar las arenas infinitas
del desierto de sus vidas.
Cargar cada mañana el fardo
de una soledad que ensucia
lavándose la cara al amanecer
sin apenas limpiarla del dolor.
Y aún así entregarlo todo,
tiempo, sonrisas, abrazos,
con el arte intemporal del
desprendimiento.
Perdonar con infinita largueza
lo injusto, lo imperdonable.
Besar el vaso lleno de vinagre
de un desprecio descorazonado
enjuagando las inquietudes
con sonrisas que vuelan.
Y aún así amar a todos,
ancianos, hombres, niños,
con la pasión desbocada de la
Madre Poesía.
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